A 50 años del día que River cortó la maldición y volvió a gritar campeón
El 14 de agosto de 1975, el club de Núñez se proclamó ganador del Torneo Metropolitano y puso fin a una racha de casi 18 años sin obtener títulos. De la mano de Ángel Labruna, River pulverizó la racha adversa aunque tuvo que recurrir a los juveniles por una huelga inoportuna.

La frustración era moneda corriente para River Plate en 1975. Su último título había sido en 1957 y desde entonces sólo consumó decepciones, muchas veces quedándose en las puertas de la gloria tan ansiada.
A principios de 1975, Ángel Amadeo Labruna, en una entrevista con la mítica revista El Gráfico, soltó una frase que tiempo después adquirió otra dimensión: “si agarro River es para salir campeón”. Angelito, quien ya había sido entrenador en 1963 y 1968-1970, volvía al club de sus amores para poner fin a una racha de casi 18 años sin títulos.
El Torneo Metropolitano de 1975 se jugó desde el 16 de febrero hasta el 17 de agosto. En un sistema de todos contra todos, de ida y vuelta.
Las ilusiones de River y Labruna se alimentaron con las llegadas de Roberto Perfumo, Hector Ártico, Pablo Comelles, Miguel Raimondo y Pedro González. En el debut ante Estudiantes, en el empate sin goles, River formó con: Ubaldo Fillol; Comelles, Perfumo, Ártico y Héctor López; Juan José López, Raimondo y Norberto Alonso; Pedro González, Carlos Morete y Oscar Más.
El River de Labruna despegó en la segunda fecha cuando hilvanó 9 triunfos. Newell's le puso un freno con la primera derrota, pero se recuperó de manera extraordinaria con el celebrado triunfo ante Boca, en La Bombonera, por 2 a 1, con goles del Beto Alonso y Morete.
El balance de la primera rueda fue brillante: líder con 8 puntos de ventaja sobre Unión de Santa Fe.
La cuesta arriba vino después. Al promediar la segunda rueda, River empató con Indpendiente, pero sufrió la expulsión de Alonso, quien recibió seis fechas de suspensión. Las caídas ante Atlanta y Newell's pusieron en carrera a sus seguidores, entre ellos Boca, que lo derrotó en el Monumental por 1 a 0.
Cuando los nubarrones de las dudas reaparecieron en River, el Beto Alonso retornó justo a tiempo para erigirse en figura y goleador frente a San Lorenzo. Una caída de Boca ante Huracán dejó al River de Labruna más cerca del tan ansiado y postergado objetivo.
La huelga, los pibes y el bendito título

A falta de dos fechas, Futbolistas Argentinos Agremiados y la AFA no llegaron a un acuerdo por la firma del convenio colectivo de trabajo y se decretó la huelga. A pesar que el Gobierno nacional delcaró ilegal la medida de fuerza, la misma se llevó adelante y empujó a la AFA a que los partidos de la fecha 37 se jueguen igual; a como diese lugar.
El jueves 14 de agosto de 1975, un River plagado de juveniles se enfrentó a Argentinos Juniors en la cancha de Vélez.
A pesar de la sugerencia de algunas voces importantes del plantel de Labruna, los pibes desestimaron no jugar y salieron a la cancha del José Amalfitani.
En la noche de Liniers, el iluminado fue Rubén Bruno, el jugador que marcó el gol del triunfo. El que le dio el título a River. El nombre menos pensado para cortar una racha maléfica.
A pesar de contar con grandes equipos, River acumuló casi 18 años sin salir campeón. En 1963 estuvo cerca, con Labruna de entrenador, al salir segundo de Independiente. En 1968 resultó perjudicado por el árbitro Guillermo Nimo con la famosa “mano de Gallo”, el defensor de Vélez. En 1969 perdió la final con Chacarita y en 1970 logró el primer puesto con Independiente, pero el Rojo se quedó con el título por mejor diferencia de gol (+1).
En el medio, más específicamente en 1966, River padeció una derrota dolorosa ante Peñarol de Uruguay en la final de la Copa Libertadores: de ir ganando 2-0, cayó por 4-2.
Tanta frustración acumulada se licuó en la noche del 14 de agosto de 1975. Una jornada inolvidable, histórica y mítica para el hincha de River, que sin dudas marcó un punto de inflexión para retomar el camino exitoso de los títulos.
De la mano de Labruna, con un plantel destacado y con el gol del pibe Bruno, River volvió a gritar campeón, una palabra que le resultó ajena y esquiva durante largos 18 años.