Crónica de una tarde noche caliente y furiosa en el Monumental
River perdió con Gimnasia y su gente le hizo saber el enorme descontento con silbidos y cánticos. La previa ya tuvo un clima enrarecido que se hizo cada vez más tenso con el correr del partido y la derrota final, con el penal malogrado de Borja incluido.

La maravillosa tarde soleada del domingo en Buenos Aires no tuvo correlación con el presente de River. Ya consumada la derrota con un Gimnasia en apuros, que volvió a ganar en el Monumental después de 20 años, al Millonario se le vino la noche en todo sentido.
La jornada empezó con el termómetro del hincha a la hora de conocer la formación titular. Franco Armani, Lucas Martínez Quarta, Lautaro Rivero, Marcos Acuña, Juan Carlos Portillo, Juanfer Quintero (ovacionado), Maxi Salas e Ian Subiabre recibieron algunos aplausos. En cambio, cuando se escucharon los nombres de Fabricio Bustos y Facundo Colidio aparecieron silbidos, mientras que Kevin Castaño sufrió la mayor reprobación.
En el banco de los suplentes, Paulo Díaz, Giuliano Galoppo, Matías Galarza Fonda, Miguel Borja y Nacho Fernández también sintieron gran hostilidad. Estaba claro que la situación no era la ideal en Núñez.
La figura de Marcelo Gallardo apareció en la pantalla electrónica gigante y el hincha no dudó: lo ovacionó.
La gente de River fue paciente en los primeros minutos del partido. A la media hora de juego empezaron algunas objeciones desde las tribunas y los silbidos castigaron la actuación del equipo en la finalización del primer tiempo.
El gol de penal de Marcelo Torres fue la gota que rebasó el vaso. A partir de ahí, la gente de River empezó a cantar el clásico “¡Movete, River movete…!” para tratar de despertar a un equipo adormecido en todo sentido. Al no surtir efecto, el hincha puso en la mira a los jugadores, haciéndolos culpables del mal momento futbolístico, remarcando la diferencia de categoría entre un equipo y otro.
El árbitro Nazareno Arasa vio un penal dudoso a favor de River, lo ratificó vía VAR, y al hincha le quedó una última esperanza. Sin embargo, Borja, resistido desde que ingresó en el segundo tiempo, falló lo que hubiese sido un empate agónico e inmerecido.
La bronca del hincha de River estalló, retumbó en todo el Monumental y la dedicatoria se hizo amplia: “¡Qué se vayan todos, que no quede, ni uno solo!”. Y después, un pedido a viva voz de cara al Superclásico: “¡El domingo cueste lo que cueste, el domingo tenemos que ganar!”.
El estadio se transformó en una olla a presión a medida que los futbolistas se retiraban del campo de juego. Insultos y mal humor. River padeció la cuarta derrota al hilo en su casa entre Torneo Clausura (Riestra, Sarmiento y Gimnasia) y Copa Libertadores (Palmeiras).
El desencanto del hincha riverplatense resultó tan enorme como el Monumental. A la salida no hubo reclamos en el hall (ocupado por mucha gente de seguridad privada), pero camino a casa la calle habló y repartió culpas. Y más de uno, con cierto dolor, hasta puso a Gallardo como uno de los máximos responsables.