Una gambeta a Riquelme en su primer año como presidente
Tras convertirse en el presidente más votado de la historia, Juan Román Riquelme sufrió una temporada plagada de sinsabores, la peor en cuanto a resultados desde que es dirigente. Dos entrenadores, incorporaciones que no dieron la talla, una pronta salida de la Sudamericana, errores administrativos y discusiones con algunos jugadores caracterizaron un mal año para el Xeneize, que jugará el repechaje de la próxima Copa Libertadores.

Cuando Juan Román Riquelme se impuso “por goleada” en los comicios que se llevaron a cabo hace poco más de un año en el club, convirtiéndose en el presidente más votado de la historia, pocos podían imaginar que su primer año como mandamás del Xeneize sería el peor en cuanto a resultados deportivos, con un déficit absoluto de títulos y penando hasta el último instante por ingresar, aunque más no fuera por una ventana, al repechaje de la Copa Libertadores 2025.
Paradoja de un destino pleno de éxitos para Román, los seis títulos que había obtenido como vicepresidente en sus cuatro años anteriores se diluyeron en su primera temporada como principal dirigente del club de la Ribera.
El 2024 se va sin vueltas olímpicas, con una temprana eliminación en octavos de final de la Copa Sudamericana, la llegada de dos entrenadores, diez incorporaciones que en su mayoría no dieron la talla todavía y varios conflictos en torno a sus decisiones y manejos.
Como positivo, apenas resalta aquella lejana eliminación a River en cuartos de final de la Copa de la Liga, alegría que duró apenas una semana hasta caer en semifinales con Estudiantes de la Plata, o la imagen inédita del propio Riquelme irrumpiendo en una de las tribunas del Coloso Marcelo Bielsa para frenar un enfrentamiento entre hinchas del Xeneize y de Gimnasia y Esgrima La Plata, conteniendo la reacción de la policía rosarina.
Copa Sudamericana: errores dentro y fuera de la cancha
Abocado casi exclusivamente al objetivo de la Copa Libertadores en 2023, el ciclo de Jorge Almirón se terminó precisamente en el último partido de aquel certamen, cuando Fluminense se quedó con la gloria en el alargue de la segunda final disputada en Río de Janeiro y Boca se quedó con las manos vacías, tanto que ni siquiera sumó los puntos necesarios para buscar la revancha en el certamen al año siguiente y debió conformarse con jugar la Sudamericana.
Así, siendo candidato natural por historia y jerarquía de su plantel, la pronta eliminación del Xeneize en octavos de final, aunque sin merecerlo frente a un Cruzeiro que se impuso por penales, significó el principio del fin para el ciclo de un Diego Martínez que había comenzado con buenas expectativas su experiencia como entrenador de Boca.

Dos errores groseros marcaron el paso de Boca por la Sudamericana. En lo deportivo, la decisión de los jugadores de ir a buscar un segundo gol en el partido contra Fortaleza de Brasil, en la Bombonera, en el último instante de un partido que ya ganaba 1-0 y lo clasificaba directamente para la fase siguiente. Ese descuido permitió que los brasileños llegaran al empate de manera insólita, en un rápido contragolpe, en la última acción, por lo que Boca debió jugar un repechaje para poder continuar en el torneo.
Debido a que esa instancia se jugaba mientras se disputaban los Juegos Olímpicos de París, donde Boca había cedido a casi todo su mediocampo –Cristian Medina, “Equi” Fernández y Kevin Zenón-, más el arquero suplente Leandro Brey, el Consejo de Fútbol que encabeza Riquelme apuntó a cubrir esos lugares con varios refuerzos, ya que no podría contar en el repechaje con sus habituales titulares.
Así, llegaron en el mercado de invierno siete jugadores: el chileno Gary Medel, el lateral Juan Barinaga, los mediocampistas Tomás Belmonte, Agustín Martegani e Ignacio Miramón y los delanteros Brian Aguirre y Milton Giménez, siendo apenas este último hasta ahora el único que justificó con sus goles y actuaciones la elección de los dirigentes. Claramente, ese mercado contrasta, en cantidad y calidad, con el de enero, cuando llegaron apenas tres: Cristian Lema, Lautaro Blanco y Zenón.
Entonces llegó la segunda desinteligencia, esta vez, dirigencial. Por un error administrativo, los refuerzos que habían sido buscados como “bomberos” para apagar la necesidad de los convocados por Javier Mascherano para el seleccionado olímpico no pudieron ser inscriptos por una diferencia horaria. Por ende, Boca no pudo utilizarlos para el repechaje ante Independiente del Valle, donde brillaron los juveniles y escondieron la desprolijidad.
En la siguiente instancia, ya con el retorno de los “olímpicos” –que retornaron en bajo nivel- y la disponibilidad de las incorporaciones ya inscriptas, Boca quedó eliminado por penales, en el inicio del fin del ciclo Martínez.
Las expulsiones que condicionaron a Boca
Así como en la semifinal de la Copa de la Liga, quizás en el mejor instante de rendimiento futbolístico del año para el equipo que conducía Diego Martínez, un grosero error de Cristian Lema le permitió a Estudiantes empatar y luego ganar ese encuentro, patada al pecho dentro del área del zaguero de Boca y expulsión incluida, la tarjeta roja del peruano Advíncula a los 40 segundos del partido de vuelta contra Cruzeiro también perjudicó al Xeneize, más allá de su épica reacción para llevar el encuentro a los penales.

Ante Vélez, por las semifinales de la Copa Argentina, ya con Fernando Gago como entrenador, fue otra vez el peruano Advíncula quien vio la tarjeta roja y dejó a su equipo con diez. Otra vez estuvo cerca de una victoria heroica el Xeneize, al dar vuelta el resultado con un jugador menos y pasar de un 2-0 en contra a quedar 3-2. Pero a falta de ocho minutos, no supo aguantar el resultado y sucumbió con otro duro golpe (4-3) dentro de un año para el olvido.
Paradójicamente, ese mismo Vélez que luego perdería la final con Central Córdoba de Santiago del Estero fue el artífice de la clasificación del Xeneize al repechaje de la Libertadores, ya que al consagrarse campeón de la Liga Profesional liberó un último cupo que finalmente quedó para el conjunto de la Ribera. Hubiese sido un fracaso estruendoso verse otra vez en la Sudamericana en 2025.
La Bombonera, un invicto que cayó con escándalo en el Superclásico
Finalmente, hubiese sido un dato positivo la estadística de la cancha de Boca, invicta durante casi todo el año, remodelada y mejorada en la gestión Riquelme, si la única derrota del equipo sufrida en la Bombonera no hubiese sido en un superclásico, que además terminó con el arquero titular, Sergio “Chiquito” Romero, intentando golpear a un grupo de socios que reprobaban la actuación del equipo en la platea baja de la Bombonera.
El gol de Manuel Lanzini no sólo puso fin a un invicto como local del equipo de Diego Martínez, que a esa altura llevaba 17 partidos sin derrotas, con 13 triunfos y cuatro empates, sino que determinó además la decisión de ponerle fin al ciclo del entrenador, más allá de que tuvo un partido más la fecha siguiente contra Belgrano, en Córdoba, donde sufrió otra derrota (0-2) y luego presentó su renuncia.
Romero fue sancionado con dos partidos por el Consejo de Fútbol a raíz de su reacción contra los hinchas y perdió la titularidad a manos del joven Leandro Brey, quien tampoco supo aprovechar su chance, por lo que el puesto vuelve a estar en duda.
Cristian Medina se negó a jugar antes del partido contra Gimnasia de La Plata por Copa Argentina, debido a que el Consejo de Fútbol no aceptaba una oferta del Fenerbahce de Turquía para transferirlo; Ezequiel “Equi” Fernández se fue del club ejecutando la cláusula de rescisión; Valentín Barco había hecho lo mismo en el inicio del año y Nicolás Valentini, enfrentado con la dirigencia desde hace más de un año, se irá en conflicto próximamente a la Fiorentina de Italia.
Balance negativo en 2024, el primer año de Riquelme como presidente, pero con las expectativas renovadas para el año próximo, con la posibilidad de volver a ser protagonista y “competir”, como le gusta decir a Román, en el certamen que tanto lo obsesiona, a él y al Mundo Boca.