"Thrilla in Manila": el día que Muhammad Ali y Joe Frazier danzaron con la muerte en el ring
Hace 50 años, los dos boxeadores estadounidenses libraron un combate épico y brutal en Filipinas por el campeonato mundial de peso completo. La victoria quedó para Ali cuando su entrenador advirtió que desde la esquina del retador habían parado la pelea más recordada del Siglo XX

La gran rivalidad personal que los separaba brindó el marco para que la tercera pelea entre ambos se convirtiera, quizás, en el combate de boxeo que más expectación generó en el siglo XX. Muhammad Alí y Joe Frazier protagonizaron hace 50 años “Thrilla in Manila”, una auténtica batalla épica del deporte de los puños librada por dos luchadores que dejaron jirones de sus vidas en el ring, en una calurosa mañana de Filipinas, donde se celebró uno de los duelos más recordados por el título mundial de Peso Pesado de la historia del boxeo.
La inquina entre Alì y Joe comenzó antes del 8 de marzo de 1971, en la previa a la pelea que se ese día disputaron los dos por el título mundial en el Madison Square Garden de Nueva York.
Cuatro años antes, el boxeador nacido en 1942 en el estado de Kentucky como Cassius Clay, había sido despojado de su cetro mundial en la categoría de los pesados por negarse al reclutamiento para la Guerra de Vietnam.
Si bien respaldaba el despliegue de tropas en esa parte de Asia, Frazier le había pedido de forma pública al entonces presidente Richard Nixon que le permitiera a Alí (el nombre que adoptó tras convertirse al Islam) volver a pelear como profesional.
Sin embargo, en los días anteriores a ese primer enfrentamiento entre ambos --promocionado como “La Pelea del Siglo”--, Alí se dedicó a denostar a su rival, al calificarlo como “el campeón del hombre blanco” o “Tío Tom”, un mote que se remontaba a los tiempos de la esclavitud, y significaba una actitud de sumisión por parte de los afroamericanos a sus amos terratenientes.
Frazier, de un carácter más opacado y reacio a las ostentaciones verbales de su adversario, se sintió traicionado por Alí
En esa pelea, Joe derrotó a Ali por primera vez en su carrera, en un fallo por decisión unánime al cabo de 15 asaltos.
Tras un par de defensas, Frazier resignó el título ante George Foreman. La revancha entre Alí y Joe se produjo en enero de 1974 y no se trató de un combate por el título, que estaba en poder de “Big George”.
Las descalificaciones e insultos entre los dos boxeadores volvieron a calentar la previa al combate.
Esta vez, Ali ganó por puntos, en una decisión dividida que instaló la controversia en relación a quién era mejor púgil.
Meses después, en Kinshasa, Zaire, Muhammad Alí recuperó el título mundial al derrotar a Foreman por nocaut en el octavo round. La pelea fue todo un acontecimiento en la nación africana y el promotor Don King la vendió al mundo como “Rumble in the jungle”.
Todo estaba listo para que Ali y Frazier disputarán una tercera pelea en la cual se dirimirían cuestiones que iban más allá de lo pugilístico.
EL CAMINO HACIA MANILA

Todo parecía indicar que la tercera pelea entre estos dos grandes boxeadores iba a desarrollarse en el Cairo, Egipto, pues Don King quería repetir el éxito que había tenido en Zaire en otra nación de África.
Pero el dictador de Filipinas, Ferdinando Marcos se ofreció a auspiciar el combate con el propósito de atenuar la situación política del país, que se encontraba bajo ley marcial y una cruda represión.
La pelea iba a transmitirse en directo para los Estados Unidos y Don King se encargó de darle un seguimiento mediático inédito al promocionarla como “Thrila (suspenso) en Manila".
El duelo se celebraría en el estadio “Coliseo Araneta” de la Ciudad Quezón, ubicada a sólo 12 kilómetros de Manila, la capital de Filipinas.
Ali se entrenaba de forma relajada y tuvo durante su estadía en Manila una relación con la modelo Verónica Porsche, lo que indignó a su esposa, Belinda, quien al enterarse del “affaire” generó un escándalo en medio de la preparación del campeón.
Ante las cámaras, Ali bromeaba, prometía que iba a despachar a Joe en unos pocos rounds y burlonamente lo apodó como “the Gorila”, que rimaba con Manila, y “Joe Kong”
Frazier se entrenaba con disciplina y dureza, con la intención de seguir un plan de pelea que le permitiera recuperar el campeonato.
La pelea se realizó a las 10.45 de Manila, un horario inusual para un espectáculo de box, pero ideal para el prime time de los Estados Unidos. El combate se transmitió a las 21.45 para Nueva York y comenzó a las 18.45 en las pantallas encendidas en Los Ángeles.
EN EL RING, HASTA EL FINAL

Ali se preparó para una pelea que imaginaba de corta duración. Salió a danzar alrededor del rival y lanzó punzantes combinaciones que lastimaron a Frazier, quien aguantó la embestida y comenzó a pegar a corta distancia para tratar de hacer daño.
Cerca del cuarto round, Joe se lanzó con todo al ataque y demostró que estaba entero y que buscaba mandar a la lona a su oponente.
Ali trató de ir contra las cuerdas y trabar a Frazier como había hecho en 1974, pero el retador iba directo y a fuerza de ganchos y ataques directos contrarrestaba la estrategia del campeón, que se mostraba cada vez más sentido al promediar el séptimo round.
En medio del calor agobiante de aquella mañana, Joe comenzó a sentir el desgaste en el décimo asalto, y mostró una merma en su rendimiento.
Muhammad inició el contrataque con mandobles letales a la humanidad del rival, quien le cerró el ojo izquierdo, lo que aprovechó para atacarlo y lastimarlo de manera constante.
En el round 13°, Ali le propinó a un agotado Frazier un tremendo gancho de derecha con el que le sacó el protector bucal, que terminó en el ringside.
Joe estaba seriamente lastimado, con su mandíbula dañada. En siguiente asalto, el campeón, que también presentaba señales de agotamiento, le produjo a su ponente severos daños en el ojo derecho.
Frazier estaba prácticamente ciego, deshecho, castigado y estuvo a punto de caer, pero de forma increíble soportó el castigo de Alí, que estaba exhausto. Como pudieron, ambos llegaron a sus esquinas antes de lanzarse a suerte y verdad al 15° y último round de un combate mortal.
Eddie Futch, el entrenador de Frazier vio el estado deplorable en el que se encontraba y le propuso parar la pelea. “No, quiero seguir, es mi vida”, le contestó el retador.
Entonces se produjo un diálogo surreal entre ambos, en medio del calor, el ambiente ensordecedor y la sangre que emanaba de la humanidad de aquel peleador herido de muerte.
“¿Cuántos dedos tengo?”, preguntó Futch mostrándole a Joe la palma de su mano abierta. “Son cuatro”, replicó su pupilo. “Está bien, se acabó. Nadie va a olvidar lo que hiciste hoy”, y luego le dijo al árbitro Carlos Padilla que parara todo.
En la otra esquina, Ali le había pedido de su entrenador, Angelo Dundee, que contara sus guantes, pues le dolían las manos de tanto pegar y ya no podía sostenerse en pie.
Pero Dundee miró al otro rincón y notó que era Frazier el que no iba a salir. Por eso le ordenó al campeón que se parara como si estuviera listo para salir a combatir.
El árbitro le dio por ganada la pelea a Muhammad, que se tumbó en el piso casi desmayado, en una prueba de que había llegado al límite de sus fuerzas.
Al bajarse del ring, Ali reconoció la gran actuación de Frazier, el mismo de quien se había burlado, ante la prensa. “Joe es el mejor boxeador del mundo, después de mí, claro”, señaló.
LA THRILLA EN MANILA
Frazier quedó muy lastimado tras la pelea con Ali, con quien nunca quiso reconciliarse. Dejó definitivamente el boxeo en 1981.
Muhammad Alí mantuvo el título hasta 1978 y lo perdió ante León Spinks para recuperarlo después y retirarse. Volvió en 1981 para enfrentarse a Larry Holmes y perdió. Meses después lo intentaría nuevamente ante Trevor Berbick, y volvería a caer y le diría adiós al deporte de los puños.

Pero en su corazón y en su cuerpo, Ali jamás pudo olvidar aquella mañana de Manila. “Fue el día que más cerca estuve de la muerte”, confesaría años más tarde, con la sinceridad de un sobreviviente.